lunes, 2 de marzo de 2020

"HISTORIAS DE SALVAJES" DE ROGER BARTRA

Este ­libro básicamente es un apéndice a El mito del salvaje publicado con anterioridad por Roger Bartra; de hecho, ese fue el libro que hace no mucho me recomendaron. No recordé el nombre correcto así que en su lugar terminé leyendo éste. Consta de 102 páginas bastante entretenidas y ligeras. Con sus aventuras trágicas, cómicas y datos algo escandalosos no me sorprendería que consiguiera buenas ventas. La foto de una mujer barbada en la portada le da el toque extra.

    Historias de salvajes está compuesto de cuatro capítulos y un breve prólogo. Como su título promete, trata de historias de personajes, situaciones y momentos que ejemplifican lo que Bartra denomina “el mito del salvaje”; ésta es la principal relación que hay entre sus secciones. Tres se enfocan en individuos peculiares, mientras que la restante se dedica a analizar un rasgo de la cultura occidental: el primitivismo en el arte moderno. 

    Julia Pastrana, mujer originaria del norte de México, es la protagonista de la primera; debido a su hirsutismo e hiperplasia gingival tuvo una vida azarosa como estrella de freak shows decimonónicos en Estados Unidos y Europa. En definitiva este personaje tiene una extraña condición; pero no solamente fisiológica o congénita, sino también como fenómeno historiográfico. Un personaje con sus características da pie a múltiples versiones acerca de su carácter, su educación, su origen, que obstaculizan cualquier conclusión firme. Casi en cada ciudad a la que llega, un naturalista o médico la examina y, cada cual, plasma en sus descripciones las ideas preconcebidas de su época y las reacciones emotivas que le causa. Para evitar que alguien más le quitara el próspero negocio y al parecer por predilección personal, su empresario se casa con ella. Salen de América y la lleva a través de ferias desde Londres hasta Moscú, dónde ella fallece de manera prematura. En realidad la historia no acaba ahí sino hasta el 2013 en Sinaloa, pero no es mi intención hacer aquí el resumen de todas las peripecias. Definitivamente es un caso notorio por la magnitud de su impacto y puede estudiarse desde diferentes puntos de vista. Por cierto, hay una película inspirada en ella.

Caníbales preparando a sus víctimas de Francisco de Goya

    El ejemplo sirve para traer a discusión la idea de lo monstruoso como alteridad. Tales espectáculos producen cierto vértigo en el público cuando se le coloca frente a un límite muy cercano (con el “otro”), nos dice. Pero, lejos de desensibilizar a la población, más bien despiertan actitudes críticas ante lo establecido e incitan a recordar que la aparente normalidad en la que se vive puede ser también monstruosa. Detrás de la extrema fealdad se puede encontrar una belleza que pocos aprecian.

    Hay otro aspecto de lo monstruoso como espectáculo que Bartra señala y que es posible percibir a través de los grupos underground de aficionados al snuff o la necrofilia por internet (¿se podrá incluir la nota roja?) Descartando que se trate de meras manifestaciones de enfermedad mental o síntomas psicológicos, el autor nos dice que indican una inquietud en la sociedad por explorar y entender los territorios del mal y lo anormal. Al final esto posee un efecto legitimador: “El abismo de malignidades y de dolor ocasiona que la sociedad “normal” desarrolle impulsos de cohesión, de afirmación de la identidad y de conservación del statu quo.” Me viene a la mente el efecto que tuvieron casos recientes como el de Fátima o el del “Monstruo de Ecatepec”.

    Después, sigue la noticia de un grupo de indios iowas que viajaron a Francia y de la descripción que la famosa escritora George Sand hizo de ellos. La aventura de los nativos y la de Julia Pastrana son equivalentes, pues tanto ésta como aquellos, desempeñaron la función de un “otro” destinado a maravillar a la sociedad occidental. En París, invitan a los indios a que realicen sus danzas rituales frente al atento y cosmopolita público. Resulta claro que les mienten al decirles que son una embajada representante de su pueblo, cuando en realidad lucran con su presencia. Los doce tienen historias de vida particulares, sin embargo, al igual que en el caso de Julia, se ven enturbiadas por las diferentes versiones que existen. A los ojos de Sand y de muchos como ella, las figuras salvajes poseen una ambivalencia marcada: o son vistos como personajes nobles, portadores de virtudes antiguas y de una belleza aún sin pulir, o como hombres bajos y burdos, llenos de ignorancia, violencia y vicio. Su pluma nos ayuda a descubrir otra arista de la cuestión. Durante un tortuoso viaje, que debió haber sido placentero, con su amante, el aclamado pianista Chopin, realiza una descripción de los habitantes de Mallorca. Al experimentar la insalubridad de su hospedaje, señala en sus cartas a estos europeos como salvajes y despotrica contra ellos. Detesta todas sus malas costumbres, su fanatismo religioso y mezquindad. No puede esperar volver a las bondades de la cultura francesa. 

    Queda demostrado que el salvaje, de alguna forma, siempre es europeo. El salvaje no tiene que venir de Kansas o Nebraska y creer en deidades tribales para serlo; quizás es cristiano, español y paupérrimo. Sigue cumpliendo la misma función de conformar con su presencia lo civilizado. Existe una serie de cuadros de Goya en las que pinta a caníbales. En un comienzo se interpretaron como representaciones del martirio de dos eclesiásticos jesuitas en Canadá; sin embargo, mirándolas bien, en ellas, al igual que en la mayoría de las pinturas de Goya, tan solo se plasma la brutalidad del mundo que conoció. Los caníbales de Goya igual son europeos.

La hoguera de Francisco de Goya

    Sigue la sección más interesante del libro; además, la más académica en términos argumentativos y de escritura. En el tercer capítulo se exponen varias corrientes interpretativas que buscan clarificar el proceso de modernización en las artes plásticas. ¿Cuál es la razón de que el arte europeo comience a alejarse de las técnicas y lenguajes de representación que fueron dominantes durante siglos? La figura del salvaje como temática apareció en el arte desde hacía mucho tiempo, pero lo había hecho bajo los criterios normativos clásicos. Lo curioso es que a partir de fines del XIX, ha sido, más bien, el artista quien la encarna cuando pinta o esculpe sin tomar en cuenta ningún orden ni código preexistente.

    La exposición amerita una entrada completa al blog. Aunque muy breve, nos permite vislumbrar la complejidad y riqueza del tema. Éste no es un libro acerca de arte, en realidad creo que es un libro poco ambicioso; sin embargo, aquél que se haya interesado en el fenómeno de la modernidad, lo mítico en el arte o el clasicismo, puede encontrar indicios fecundos en sus páginas. Como el autor menciona: “la continuidad cultural muchas veces es más misteriosa que las rupturas”. ¿Fue el primitivismo en el arte una reacción en contra del progreso o fue un acontecimiento impulsado por las nociones de experimentación moderna y novedad? ¿reaccionó la sociedad contra los valores burgueses o todo lo contrario? Puedo señalar un par más de aparentes contradicciones de las que me pude apercibir durante la lectura; además, como no deja de hacerlo durante todo el libro, incluye información satisfactoria por su mero carácter anecdótico y vacilador. ¿Será veraz? habrá que investigarlo.

    La última historia de salvajes es la justa conclusión. Se trata de la historia de un tal George Psalmanazar, quien en realidad erá sólo un francés del siglo XVIII que se hizo pasar por habitante natural de la isla de Formosa (hoy Taiwan). Inventó con gran detalle una descripción geográfica y etnográfica de la isla y, a pesar de sus evidentes facciones caucásicas, le tomó el pelo a la sociedad inglesa de manera magistral (en su época había muy poca noticia de los verdaderos habitantes del lejano oriente). Incluso su texto llegó a influenciar a autores literarios de la época. Finalmente, en su vejez, decide confesar su impostura y escribe sus memorias. Arrepentido de haber vivido la farsa y obsesionado por su identidad, decide crear otra persona, otra “máscara”, la faz “verdadera” que le reivindicaría a su muerte. Es aparente que la sociedad occidental, o cualquier sociedad, tiene mucho en común con la actitud de Psalmanazar. La construcción de la identidad es un proceso permanente y el mito del salvaje es una herramienta más para su consecución, un recurso útil embebido en lo profundo de nuestra cultura.

    Como dije en un principio, este libro no es más que uno entre varios que ha publicado el autor con títulos similares: el mito del salvaje, el salvaje en el espejo, el salvaje en el cine, etc.  Pareciera que hay bastante tela de dónde cortar. Regálaselo en su cumpleaños a alguien si quieres causar alguna impresión. En pocas páginas este título me divirtió y me hizo pensar, y eso es más que suficiente.