miércoles, 31 de marzo de 2021

NACIONES AMERICANAS (AMERICAN NATIONS) de Colin Woodard

 

El interés por profundizar en la situación política actual de Estados Unidos me llevó a acercarme a esta publicación del año 2011. En determinado momento me di cuenta de que hablo demasiado de los Estados Unidos y su cultura, sin embargo a su historia no me había acercado más allá de unas cuantas clases universitarias. Este es un excelente libro para volver a entrar en cuestión. La exposición parte de la premisa de una pluralidad cultural muy marcada y preexistente a la formación de un Estado central en el país del norte. Esta pluralidad a través de sus choques y conflictos ha dado pie a esos hitos históricos conocidos por prácticamente todos.

Mapa de las naciones americanas según Colin Woodard. (click para agrandar)

 Las “naciones americanas” a las que Woodard se refiere son 11 y están caracterizadas por los diversos orígenes y religiones de los primeros colonos europeos en territorio norteamericano (más una nación nativa). Franceses, holandeses, españoles, y diversas variedades de angloparlantes popularon por primera vez las costas y las fronteras de la porción septentrional de nuestro continente. Cada grupo traía consigo su variedad religiosa dominante y una herencia étnica determinada. Así tenemos que en los territorios en los que se establecieron formaron cada cual su idea de sociedad y valores sobre los que se organizaron. El ambiente en el que se desarrollaron desde el comienzo fue el de la competencia por territorios y por ventajas mercantiles. Sus interpretaciones de la biblia, lo que pensaban deseable en una comunidad utópica, sus determinaciones étnicas e incluso su origen de clase fueron opuestas y fomentaron la desconfianza.

Estos son los nombres con los que el autor bautizó a las 11 naciones: Yankeedom, Tidewater, Deep South, Greater Appalachia, El Norte, The Midlands, New France, New Netherland, First Nation, The Far West y The Left Coast. Para el formato de esta entrada de blog me parece excesivo describir cada una de ellas. Son notables por ejemplo los yankees de Massachusetts, a quienes el discurso oficial gusta de señalar como los primeros pilgrims que llegaron y formaron lo que ahora es el país, pero que en realidad fueron segundos, pues antes ya habían llegado a lo que ahora es Virginia los gentlemen de Tidewater; los holandeses de New Netherland, que no es otra cosa que Nueva York, con sus valores mercantilistas, tolerantes hasta la muerte de la diferencia pero poco democráticos; los belicosos “rednecks” originarios de Escocia y el norte de Irlanda que formaron Greater Appalachia; y los ex-confederados ex-esclavistas del Deep South provenientes de las islas caribeñas, principalmente Barbados. Cada una de estas naciones ha imprimido su marca en el derrotero histórico de la unión, en las enmiendas a la constitución, en las decisiones internacionales, en los movimientos sociales, en las guerras civiles. Por cierto, de la First Nation solo nos deja unas pocas páginas al final del libro y remarca la fuerza y proyección que cada vez más está tomando su pensamiento ambientalista opuesto a toda industrialización en Canadá.

Documenta la continuidad de estas regiones culturales a través de la distribución de los votos en los condados cuando se inclinan hacia determinados partidos o candidatos, también en la persistencia de algunas denominaciones religiosas o en las actividades económicas. Es verdad que las comunicaciones y los transportes han sido la prioridad dentro del desarrollo y la modernización de la potencia norteamericana, sin embargo ello no ha podido difuminar los rasgos identitarios: al contrario, incluso en algunos puntos los ha fijado. Esto sucede porque las personas con formas de pensar similares emigran hacia donde se sienten más libres de vivir sus convicciones, refuerzan con ello patrones de asentamiento y alientan el orgullo por sus modos de vida. En la historia a veces las permanencias son más sorprendentes que los cambios.

Naciones de la costa este

Para fundamentar su exposición, Woodard se apoya en la tesis del geógrafo Wilbur Zelinsky quien la llama “The doctrine of first effective settlement” o “La doctrina de la primera colonización efectiva”. Dicha tesis afirma lo siguiente: “Dondequiera que un territorio vacío es habitado, o una población previa es desalojada por invasores, las características específicas del primer grupo capaz de construir una sociedad viable y autoperpetuable son de crucial importancia para la posterior geografía cultural y social del área. No importa que tan poco numerosa haya sido la agrupación inicial de colonizadores […] Por lo tanto, en términos de impacto perdurable, las actividades de unos cuantos cientos de colonizadores iniciales, o incluso menos, pueden significar mucho más para la geografía cultural de un lugar que las contribuciones de decenas de miles de nuevos inmigrantes varias generaciones después.” Para muestra describe la situación del valle del Hudson; donde los holandeses hoy en día están prácticamente extinguidos, pero que a pesar de ello es indiscutible su influencia perdurable.

Como mexicano que soy, me parece interesante la inclusión de una nación llamada “El Norte” (así en español), la cual argumenta se formó desde las primeras misiones enviadas por los franciscanos en todo lo que es el norte de México y el sur de Estados Unidos. El autor asegura que esta nación de carácter más español que otra cosa se caracteriza por su religión católica, su respeto por la figura patriarcal de “el patrón” y por darle más valor al trabajo que el resto de los mexicanos. Afirma también que esta nación no se siente realmente identificada con el México central y del sur, y que no dudaría demasiado en escindirse de la federación mexicana en caso de que surgiera algún conflicto. En las palabras de Silvio Zavala, a quien Woodard cita, el Norte es: “el guardián de la libertad en nuestro país”. No deja de mencionar su participación mayoritaria en la Revolución Mexicana y en la emancipación de un régimen de partido único que era liderado por el PRI. Supongo que esto último lo menciona por los triunfos panistas en algunos estados norteños durante las últimas décadas del siglo pasado, porque en todo caso Vicente Fox podrá usar sombrero, pero no es del norte.  En pocas palabras la nación transfronteriza lucha contra una tiranía que, por otro lado, cuenta con la anuencia de las demás regiones de nuestro país. 

Poblaciones pertenecientes a El Norte.

De esta obra me llevo a modo de reflexión el carácter “convenenciero” que adoptan cada una de las naciones que describe el autor. En el panorama internacional han sido principalmente los yankees quienes impulsan la muy conocida política cultural agresiva norteamericana y quienes están detrás de todos los esfuerzos por implantar su forma de ver el mundo a través de la ingeniería social.  Del mismo modo, son los pertenecientes a Appalachia y al Deep South quienes mantienen esa férrea voluntad soterrada de supremacía racial y de tajante separación entre las razas, un culto por las armas de fuego, la guerra y el individualismo. Cuando llamo “convenencieras” a las actitudes de cada una de estas naciones lo digo porque los yankees puede que se opongan ferozmente a las leyes racistas y a casi todas las prácticas sureñas, sin embargo, al final de cuentas esos descendientes de calvinistas anglosajones, son también de tez blanca y se benefician de los triunfos sureños indirectamente. Viceversa, las cruzadas religioso-militares de los yankees permiten expandir el dominio de las compañías petroleras sureñas en el mundo, por poner un ejemplo.

Este trabajo nuevamente pone el dedo en la llaga de lo post-secular, que en definitiva ya es un tema recurrente en mi blog. Queda claro que las fervientes creencias religiosas son aquellas que más marcan eso que denominamos la “cultura política” de las “naciones americanas”. Después de observar lo variado de estas creencias religiosas cristianas en EUA y sus orígenes étnicos me queda la pregunta: ¿serán las disquisiciones interpretativas-teológicas aquello que definitivamente marca los procesos de larga duración de estas poblaciones norteamericanas, o son acaso tradiciones aún más antiguas, quizá incluso precristianas, aquellas que definen la manera en que se interpreta la biblia? La religión, a partir de la derrota en la Guerra de Secesión, se volvió el bastión desde el cual los (antes confederados) del “sur profundo” mantienen vivas sus posiciones en lo respectivo a la raza, la economía, la política, etc. Al parecer también es debido al catolicismo que es más aceptado el mestizaje en las antiguas colonias francesas y españolas; y fue por la deriva del calvinismo yankee en un puritanismo secular que surge todo este concepto de lo “políticamente correcto” y el bien conocido fundamentalismo democrático que impregna la política exterior estadounidense.

Conocer la geografía cultural de la potencia norteamericana es la mejor manera de poder comenzar a comprender las relaciones que construimos día a día con los productos ideológicos que nos llegan desde el internet, la tv y el cine hollywoodense. ¿Será que efectivamente hay, como lo propone Colin Woodard, también naciones mexicanas, regiones de creencias y valores distintos conviviendo en nuestro territorio? Colin Woodard en ningún momento menciona que la pluralidad de “naciones” que habitan EEUU sea algo inherentemente provechoso.  Él utiliza su exposición a manera de argumento subyacente a la trayectoria que ha tomado la historia de los Estados Unidos de América y a la vez como una respuesta a los repetidos llamados a la unidad que hacen los políticos en campaña con su uso indiscriminado de la idea de unos “valores norteamericanos” definidos por los medios. En realidad, éstos jamás han existido. En vez de ello ha habido arreglos negociados y otras veces enfrentamientos directos innegociables entre diferentes grupos de valores. Definitivamente las líneas más claras que han unido a la mayoría de las naciones norteamericanas han sido su oposición al catolicismo, el predominio de una élite de tez blanca y el imperialismo. El futuro de la potencia dominante en el siglo XX se encuentra condicionado por las naciones americanas; hoy por hoy hay quienes piensan que esas diferentes formas de ver el mundo han llegado al punto de no poder transigir, el autor simplemente no aborda el asunto.

Por mi parte diré que la mejor manera de acercarse a las relaciones internacionales del país vecino es desde un claro pragmatismo. Hay que entender la manera en la que el discurso dialéctico oficial estadounidense cambia la interpretación de ciertos hechos para justificar otros dependiendo de sus necesidades. Para escapar a las falsas dicotomías en las que los políticos, desde la retórica democrática, nos pueden atrapar es necesario estudiar la historia y más que nunca los procesos de larga duración. La sobreimposición de unas tan mentadas narrativas debe de evitarse desde la construcción y mantenimiento de la propia ¿si no, a la narrativa de quién te estás adscribiendo? Renunciar a una narrativa determinada es renunciar a las luchas, los valores y las razones de muchas generaciones de vidas previas y desdeñarles. Adscribirse a una narrativa ajena es aceptar los términos y condiciones (raciales, sociales, etc.) que una “nación” posiblemente imperialista puede haber construido para ti. Éstos serán en los que de ahora en adelante tu existencia social se desenvolverá. ¿El Norte se habrá de escindir de México? si la población se adscribe a la narrativa de Colin Woodard, el hecho sería muy probable.

Nada más que decir. “American nations” está cien por ciento recomendado para comenzar a conocer la historia de los Estados Unidos y es una buena forma de iniciar una nueva colección de libros digitales. Las generalizaciones que empleadas en libros como éste obviamente siempre pecan de inexactitud; recordemos que tan solo son guías, mapas que sirven para orientarnos y de ninguna manera hay que permitir que nos hagan formarnos fuertes prejuicios. Me encantaría que en el futuro el autor escribiera una historia individual de cada nación, o al menos de las más importantes. Último comentario: es totalmente comprensible, pero igual me parece una pena que no haya aún traducción al español. Ojalá se haga pronto, aunque sea para alcanzar el amplio mercado de sus compatriotas hispanoparlantes en El Norte.

 

1 comentario:

  1. Excelente visión resumida para saborear el libro de Colin Woodard, excelente poner en perspectiva un contenido que puede ser muy profundo pero en un analisis directo y sencillo que se hace aquí nos ayuda a despertar nuestro interés en ese sabroso tema.
    No podemos desdeñar que Los Estados Unidos tiene la enorme influencia en nuestra Economía y en nuestra evolución cultural con su poder mediatico y tecnológico encima de nuestras Juventudes urbanas....

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